Hace unos años atrás, cierta tarde de verano, una amiga pasó por casa (aunque descreo bastante de la amistad entre un hombre y una mujer, tengo amigas), y al ver un montón de cartas de tarot que no eran de mi pertenencia, y fiel a su costumbre de despegar de todo aquello que tenga que ver con el pasado, me recitó (sin saber) la letra de un tango de Manuel Romero y Raúl de los Hoyos:
“¡Quemá esas cartas!,
que ya no interesa
tener escondidas
pavadas como esas...”
Y le hice caso...
“¡Quemá esas cartas!,
que ya no interesa
tener escondidas
pavadas como esas...”
Y le hice caso...